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Aconsejamos a nuestras iglesias locales que elijan como oficiales a miembros activos de la iglesia local quienes profesen la experiencia de la entera santificación y cuyas vidas den testimonio público de la gracia de Dios que nos llama a una vida santa; que estén en armonía con las doctrinas, el gobierno y las prácticas de la Iglesia del Nazareno; y que respalden fielmente a la iglesia local con su asistencia, servicio activo, y sus diezmos y ofrendas. Los oficiales de la Iglesia deben estar completamente comprometidos en “hacer discípulos semejantes a Cristo en las naciones.” (113.11, 127, 145–147)