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Afirmación y declaración de las libertades humanas. Considerando que, como nazarenos, adoptamos el llamado divino de vivir en santidad, plenitud, y una vida de restauración donde todas las cosas y personas son reconciliadas con Dios. Como respuesta, el Espíritu Santo trae libertad al marginado, oprimido, quebrantado y dolido; y justicia para corregir las injusticias y para cesar la influencia egoísta causada por el pecado, hasta que todas las cosas sean restauradas en el reino de Dios.

En consistencia con nuestra herencia y carácter wesleyano de santidad, confrontamos el flagelo contemporáneo de la esclavitud moderna, trabajo ilegal o forzado y el tráfico de seres humanos y de cuerpos.

Y, en armonía con estas afirmaciones,

Decidimos que los miembros y las congregaciones de la Iglesia del Nazareno Internacional:

  1. Como pueblo de santidad en nuestra búsqueda de justicia reconocemos que somos llamados a arrepentirnos de nuestro pasado, enmendar nuestro presente y crear un futuro justo;
  2. Llamar a rendir cuentas a los que oprimen a otros;
  3. Nos involucraremos en el cuidado compasivo hacia aquellos que fueron atrapados en el trabajo ilegal o forzado, extracción de órganos y esclavitud sexual (junto con otros tipos de opresión emergentes que todavía no conocemos);
  4. Escucharemos activamente y amplificaremos el clamor de los oprimidos;
  5. Denunciaremos las injusticias y trabajaremos humildemente en contra de las causas injustas;
  6. Actuaremos en solidaridad con nuestros hermanos/hermanas en contra de lo que sea que los subyugue para avanzar hacia la libertad; y
  7. Acompañaremos a los vulnerables por medio de prácticas santas que rediman, restauren, sanen, y liberten (1 Juan 3:8).

Fundamentados sobre nuestra herencia cristiana wesleyana de santidad y por el llamado a la santidad:

  1. Afirmamos que la búsqueda de la justicia, reconciliación y libertad es una parte fundamental de la santidad de Dios reflejada en las personas. Nos comprometemos y comprometemos nuestros recursos eclesiásticos para trabajar en la abolición de todas las formas de esclavitud, tráfico y opresión y a participar en grupos intencionales, conversaciones y acciones que provean alternativas de ayuda.
  2. Afirmamos que las iglesias deben responder fielmente al impulso del amor santo de Dios a trabajar a favor del reino de Dios para hacerlo más visible. Somos llamados para ser testigos fieles en pensamiento, palabra y hecho, ante el Santo Dios quien escucha el clamor de los oprimidos, encarcelados, traficados y abusados por personas y sistemas económicos, políticos, egoístas y malvados. Dios nos llama a responder en humildad con compasión y justicia.
  3. Afirmamos que actuar de manera justa involucra el cuidado compasivo a favor de los que se encuentran en nuestro entorno inmediato y también tener la capacidad de llamar a las injusticias por nombre y denunciar los poderes que la causan. Actuar de manera justa y amar la misericordia han traído a menudo al pueblo de Dios en conflicto con los poderes que gobiernan y los principados de su época. La justicia de Dios nos llama más allá del tratamiento igualitario, tolerancia de las diferencias del uno hacia el otro, o simplemente revertir el papel del oprimido y del opresor. Con el ejemplo de Jesús, somos llamados a la justicia en donde estemos dispuestos a entregarnos a nosotros mismos por el bien de los demás.
  4. Afirmamos que la justicia cristiana requiere de un compromiso profundo de confesión, arrepentimiento, y perdón tanto personal como corporativo como pasos necesarios.
  5. Afirmamos que debemos abogar por prácticas justas y esperanzadoras en todas las áreas de la vida, que debemos reflejar la esperanza compasiva de Cristo y el amor por todas las personas. Nos identificamos con las condiciones que traen circunstancias deshumanizadoras. Hablaremos a favor de aquellos que no son escuchados, y acompañaremos al vulnerable al ofrecer prácticas que traigan redención, restauración, sanidad y libertad.
  6. Afirmamos que somos llamados a convertirnos en un pueblo que encarna una alternativa esperanzadora frente a la opresión e injusticia. Somos llamados a reflejar al Dios santo en vidas santas, trayendo justicia en motivo y práctica a las personas, circunstancias, sistemas y naciones. Aunque no acabemos con todo el sufrimiento, como el cuerpo de Cristo somos impulsados para traer la santidad de Dios de una manera que provea sanidad en la iniciativa de restaurar todas las cosas.
  7. Afirmamos que como una red colaboradora debemos pensar profundamente, trabajar integralmente y colaborar localmente y globalmente. Problemas complejos impulsan la esclavitud moderna; por tanto, deben emprenderse múltiples soluciones.

Estas brotarán del tejido de lo que somos en comunidad cristiana, y fluirá naturalmente en lo que hacemos.

Por tanto nos comprometemos a:

  1. Trabajar de forma conjunta y separada, como individuos e instituciones, en armonía con nuestra identidad wesleyana de santidad para servir con compasión y desafiar proféticamente a los sistemas opresivos;
  2. Apoyar, motivar, dotar de recursos y planificar e involucrarnos en una acción efectiva, sabia y sustentable;
  3. Trabajar como una comunidad de adoradores, con Cristo al centro, llenos del poder del Espíritu como un movimiento de esperanza;
  4. Pensar profundamente, orar con expectativa, y actuar con valentía.

Por esto es que vivimos y trabajamos hasta que el reino de Dios venga “en la tierra como en el cielo”. (2017)