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La iglesia proclama gozosamente las buenas nuevas de
que podemos ser hechos libres de todo pecado para tener una nueva vida en Cristo. Por la gracia de Dios, los cristianos debemos despojarnos “del viejo hombre” —de las antiguas normas de conducta así como de la antigua mente carnal— y vestirnos “del nuevo hombre” —de una nueva y santa manera de vivir así como de la mente de Cristo.

(Efesios 4:17–24)