29.1

Diversiones que se opongan a la ética cristiana. Nuestra feligresía, tanto en forma individual como en unidades familiares, debe regirse por tres principios. El primero es la mayordomía cristiana del tiempo libre. El segundo principio es
el reconocimiento de la obligación cristiana de aplicar las más altas normas morales de la vida cristiana. Puesto que vivimos en días de gran confusión moral, en los que nos enfrentamos a la posible intrusión de los males modernos en el seno sagrado de nuestros hogares por diferentes medios, tales como literatura actual, radio, televisión, computadoras personales y la Internet, es esencial proceder con las más rígidas precauciones para evitar que nuestros hogares sean secularizados y mundanalizados. Sin embargo, sostenemos que se debe apoyar y fomentar entretenimientos que respalden y promuevan la vida santa, afirmen los valores bíblicos, y que respalden la santidad del voto conyugal y la exclusividad del pacto matrimonial. Especialmente animamos a nuestros jóvenes a usar sus talentos en los medios de comunicación y en las artes para influir positivamente en esta parte dominante de la cultura. El tercer principio es la obligación de testificar contra lo que trivializa a Dios o blasfeme contra Él, y también contra males sociales tales como la violencia, la sensualidad, la pornografía, el lenguaje blasfemo y el ocultismo, como son presentados por la industria comercial del entretenimiento en sus diversas formas, así como tratar de bloquear la acción de empresas dedicadas a proveer esta clase de entretenimiento. Esto incluirá evitar toda clase de entretenimientos y producciones de los medios de comunicación que producen, promueven o enfocan lo violento, lo sensual, lo pornográfico, lo profano o el ocultismo, o que presentan o idealizan la filosofía de secularismo, sensualismo y materialismo del mundo y menoscaban la norma divina de santidad de corazón y vida.

Esto amerita la enseñanza y la predicación de estas normas morales de vida cristiana, y que a nuestra feligresía se le enseñe a usar el discernimiento en oración, eligiendo continuamente la norma alta de la vida de santidad. Por tanto, hacemos un llamado a nuestros líderes y pastores a hacer un fuerte énfasis en nuestras publicaciones periódicas y desde nuestros púlpitos sobre tales verdades fundamentales, de modo que se desarrolle el principio de discernimiento entre lo malo y lo bueno que se encuentra en esos medios de comunicación.

Sugerimos que la siguiente norma dada a Juan Wesley por su madre constituya la base de esta enseñanza de discernimiento: “Todo lo que nuble tu razón, adormezca tu conciencia, oscurezca tu sentido de Dios, o elimine el sentir de las cosas espirituales, todo lo que incrementa la autoridad de tu cuerpo sobre tu mente, todo ello para ti es pecado”. (28.2–28.4, 926–931)

(Romanos 14:7–13; 1 Corintios 10:31–33; Efesios 5:1–18; Filipenses 4:8–9; 1 Pedro 1:13–17; 2 Pedro 1:3–11)