704

Se espera que las personas que deseen ser recibidas como miembros hayan profesado la fe cristiana y hayan sido instruidas en la doctrina y prácticas de la Iglesia del Nazareno; pasarán al frente y estarán ante la congregación, y el pastor les dirá lo siguiente:

Muy Amados: Los privilegios y las bendiciones que juntos experimentamos en la comunidad de la Iglesia de Jesucristo son sagrados y preciosos. En ésta hay tal comunión santa, cuidado y consejo que no se puede experimentar de otra manera sino en la familia de Dios.

En la iglesia se da el cuidado piadoso de los pastores, con las enseñanzas de la Palabra de Dios y la inspiración de la adoración congregacional. En ella hay cooperación en el servicio, haciendo lo que de otra manera no podría realizarse.

*Hoy afirmamos nuevamente las doctrinas y
prácticas de la iglesia.

Creemos en un solo Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Creemos que el ser humano nace en pecado, que necesita el perdón por medio de Cristo y el nuevo nacimiento por el Espíritu Santo, que después de la regeneración sigue la obra más profunda de la purificación del corazón o entera santificación que se efectúa cuando se recibe la plenitud del Espíritu Santo y, que de cada una de estas obras de gracia, el Espíritu Santo da testimonio.

Creemos que nuestro Señor Jesucristo regresará, que los muertos resucitarán y que todos comparecerán al juicio final con sus recompensas y castigos.

*NOTA: El ministro puede usar La Declaración Convenida de Fe (Manual párrafo 20) como una alternativa.

Hoy afirmamos una vez más La Declaración
Convenida de Fe de la Iglesia del Nazareno que
expresa nuestras convicciones en:

Un solo Dios—Padre, Hijo y Espíritu Santo; que las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamentos, dadas por inspiración plenaria, contienen toda la verdad necesaria para la fe y la vida cristiana; que los seres humanos nacen con una naturaleza caída y están, por tanto, inclinados al mal y esto de continuo; que los finalmente impenitentes están perdidos eternamente y sin esperanza; que la expiación por medio de Jesucristo es para toda la raza humana, y que cualquiera que se arrepiente y cree en el Señor Jesucristo es justificado, regenerado y salvo del dominio del pecado; que los creyentes son enteramente santificados, subsecuentemente a la regeneración, por medio de la fe en el Señor Jesucristo; que el Espíritu Santo da testimonio del nuevo nacimiento y también de la entera santificación de los creyentes; y que nuestro Señor regresará, los muertos resucitarán y que tendrá lugar el juicio final (Párrafos del Manual 20.1–20.8).

¿Creen de todo corazón estas verdades? Si es así, respondan: “Sí, creemos.”

¿Reconocen a Jesucristo como su Señor y Salva-
dor, y creen que Él los salva ahora?

Respuesta: «Sí, lo creemos por fe.»

Deseando unirse a la Iglesia del Nazareno, ¿se
comprometen a amar al Señor su Dios con todo su corazón, alma, mente, y fuerzas, y a su prójimo como a ustedes mismos, según se declara en los Pactos de Carácter y Conducta Cristiana?” ¿Se comprometerán a la misión de Dios como se expresa en la doctrina, comunión, y obra de la Iglesia del Nazareno? ¿Respaldarán las enseñanzas de la Iglesia del Nazareno y se esforzarán, con la ayuda de Dios, a crecer en el entendimiento y práctica de las mismas de tal manera que fortalezcan el testimonio de la iglesia? ¿Se esforzarán en toda forma posible para glorificar a Dios, por medio de una conducta humilde, conversación piadosa y servicio santo; contribuyendo devotamente con sus bienes y participando fielmente en los medios de gracia? ¿Seguirán a Jesucristo todos los días de su vida, apartándose de todo mal, y buscando sinceramente perfeccionar la santidad de corazón y vida en el temor de Dios?

Respuesta: Sí, lo haremos.

El ministro entonces dirá:

Les doy la bienvenida a la Iglesia del Nazare-
no y la comunión de esta congregación local con sus beneficios y responsabilidades. Que el Señor Jesucristo, cabeza de la Iglesia, los bendiga y los guarde, y los capacite para ser fieles en toda buena obra, que su vida y testimonio sea efectivo en el cuidado de los pobres y oprimidos y en guiar a otros a Cristo.