13

Creemos que la Santa Cena instituida por nuestro Señor y Salvador Jesucristo es un sacramento que proclama su vida, sufrimientos, muerte sacrificial, resurrección y la esperanza de su segunda venida. La Santa Cena es un medio de gracia en el cual Cristo está presente por el Espíritu. Todos están invitados a participar por la fe en Cristo y ser renovados en vida, salvación y unidad como Iglesia. Todos deben participar con aprecio reverente de su significado y por este medio testificar de la muerte del Señor hasta que Él vuelva. Todos los que tienen fe en Cristo y amor por los santos están invitados por Él a participar tan frecuentemente como sea posible.

(Éxodo 12:1–14; Mateo 26:26–29; Marcos 14:22–25; Lucas 22:17–20; Juan 6:28–58; 1 Corintios 10:14–21; 11:23–32)

14

Creemos en la doctrina de la sanidad divina e instamos a nuestro pueblo a ofrecer la oportunidad de hacer la oración de fe para la sanidad de los enfermos. Creemos también que Dios sana a través de la ciencia médica.

(2 Reyes 5:1–19; Salmos 103:1–5; Mateo 4:23–24; 9:18–35; Juan 4:46–54; Hechos 5:12–16; 9:32–42; 14:8–15; 1 Corintios 12:4–11; 2 Corintios 12:7–10; Santiago 5:13–16)

15

Creemos que el Señor Jesucristo vendrá otra vez; que los que vivamos en el momento de su venida no precederemos a los que durmieron en Cristo Jesús; mas si hemos permanecido en Él, seremos arrebatados con los santos resucitados para reunirnos con el Señor en el aire, y estaremos siempre con Él.

(Mateo 25:31–46; Juan 14:1–3; Hechos 1:9–11; Filipenses 3:20–21; 1 Tesalonicenses 4:13–18; Tito 2:11–14; Hebreos 9:26–28; 2 Pedro 3:3–15; Apocalipsis 1:7–8; 22:7–20)

16

Creemos en la resurrección de los muertos, que los cuerpos tanto de los justos como de los injustos serán resucitados y unidos con sus espíritus —“los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”.

16.1

Creemos en el juicio futuro en el cual toda persona comparecerá ante Dios para ser juzgada según sus hechos en esta vida.

16.2

Creemos que a los que son salvos por creer en Jesucristo nuestro Señor y le siguen en obediencia se les asegura la vida gloriosa y eterna; y que los que permanezcan impenitentes hasta el fin, sufrirán eternamente en el infierno.

(Génesis 18:25; 1 Samuel 2:10; Salmos 50:6; Isaías 26:19; Daniel 12:2–3; Mateo 25:31–46; Marcos 9:43–48; Lucas 16:19–31; 20:27–38; Juan 3:16–18; 5:25–29; 11:21–27; Hechos 17:30–31; Romanos 2:1–16; 14:7–12; 1 Corintios 15:12–58; 2 Corintios 5:10; 2 Tesalonicenses 1:5–10; Apocalipsis 20:11–15; 22:1–15)

17

La iglesia de Dios se compone de todas las personas espiritualmente regeneradas, cuyos nombres están escritos en el cielo.

18

Las iglesias particulares han de componerse de tales personas regeneradas que, por autorización providencial y por la dirección del Espíritu Santo, se asocian para tener comunión y ministerios santos.

19

La Iglesia del Nazareno se compone de aquellas personas que voluntariamente se han asociado de acuerdo con las doctrinas y gobierno de dicha iglesia, y que buscan la santa comunión cristiana, la conversión de los pecadores, la entera santificación de los creyentes, su edificación en la santidad y la simplicidad y poder espiritual manifestados en la iglesia primitiva del Nuevo Testamento, junto con la predicación del evangelio a toda criatura.

20

Reconociendo que el derecho y el privilegio de las personas a la membresía de la iglesia se basan en que sean regeneradas, sólo requerimos la declaración de fe que es esencial en la experiencia cristiana. Por lo tanto, consideramos que es suficiente creer en las siguientes declaraciones breves. Creemos: