914

Donación de órganos humanos. La Iglesia del Nazareno anima a los miembros que personalmente no tengan objeciones a que apoyen los donativos de órganos humanos para trasplantes, indicando su deseo mediante testamentos y fideicomisos.

Además, abogamos por una distribución de órganos moral y éticamente justa a los calificados para recibirlos. (2013)

915

Discriminación. La Iglesia del Nazareno reitera su posición histórica de compasión cristiana hacia personas de todas las razas. Creemos que Dios es el Creador de todas las personas y que de una sola sangre son todos creados. Creemos que cada individuo, cualquiera que sea su raza, color, sexo o credo, debe gozar de igualdad ante la ley, incluyendo el derecho de votar, el acceso a oportunidades educativas, el acceso a todos los sitios públicos, e igual oportunidad, de acuerdo con su propia capacidad, de ganar su sustento libre de toda discriminación laboral o económica. Exhortamos a nuestras iglesias en todas partes a continuar y reforzar programas de educación que cultiven la comprensión y la armonía raciales. También creemos que la admonición bíblica de Hebreos 12:14 debería guiar las acciones de nuestros feligreses. Exhortamos a cada miembro de la Iglesia del Nazareno a que examine humildemente sus actitudes y acciones personales hacia otros, como el primer paso para lograr la meta cristiana de que todos participen en la vida de la iglesia y de toda la comunidad. Recalcamos otra vez nuestra creencia de que la santidad de corazón y vida es la base para vivir correctamente. Creemos que la caridad cristiana entre los grupos raciales y sexos vendrá cuando los corazones de las personas hayan sido transformados mediante la sumisión total a Jesucristo y que la esencia del verdadero cristianismo consiste en amar a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerzas y al prójimo como a uno mismo.

Por tanto, renunciamos a cualquier forma de indiferencia racial y étnica, exclusión, subyugación u opresión como un grave pecado en contra de Dios y de nuestro semejante. Lamentamos el legado de cada forma de racismo en todo el mundo, y buscamos confrontar ese legado a través del arrepentimiento, la reconciliación y la justicia bíblica. Buscamos el arrepentimiento de cada conducta en la que hemos sido cómplices de forma cubierta o encubierta con el pecado de racismo, tanto en el pasado como en el presente; y en confesión y lamento buscamos perdón y reconciliación. Además, reconocemos que no existe reconciliación apartados de cualquier lucha humana al enfrentar y vencer todo el prejuicio personal, institucional y estructural responsable de la humillación y opresión racial y étnica. Llamamos a los nazarenos en todas partes para que identifiquen y busquen erradicar los actos y estructuras de prejuicio, para facilitar las oportunidades de la búsqueda de perdón y reconciliación, y para tomar acción hacia el empoderamiento de aquellos que han sido marginados. (2017)

916

Maltrato a los indefensos. La Iglesia del Nazareno aborrece el maltrato de toda persona, de cualquier edad o sexo y hace un llamado a que se aumente la conciencia pública sobre el mismo a través de sus publicaciones y proveyendo información educativa apropiada. La Iglesia del Nazareno reafirma su posición histórica de que a aquellos que actúan bajo la autoridad de la iglesia se les prohíbe incurrir en actos de inmoralidad sexual y en otras formas de maltrato a los indefensos. Cuando se coloque a personas en posiciones de confianza o autoridad, la Iglesia del Nazareno dará por sentado que la conducta pasada es generalmente un indicador confiable de un probable comportamiento en el futuro. La iglesia rehusará dar posiciones de autoridad a personas que previamente han usado una posición de confianza o autoridad para incurrir en actos de inmoralidad sexual o maltrato a los indefensos, a menos que se den pasos apropiados para prevenir en el futuro la reincidencia de tales comportamientos. Las expresiones de remordimiento de parte de quien fuere declarado culpable de dichos actos no deben ser consideradas como suficiente prueba para eliminar la presunción de que en el futuro podría volver a cometerlos, a menos que las expresiones de remordimiento sean acompañadas de un evidente cambio de conducta por un tiempo suficientemente prudente como para indicar que la reincidencia es improbable. (2009)

917

Responsabilidad hacia los pobres. La Iglesia del Na-
zareno cree que Jesús mandó a sus discípulos que establecieran
una relación especial con los pobres de este mundo; que la igle-
sia de Cristo debe, en primer lugar, mantenerse sencilla y libre
de toda inclinación hacia la riqueza y la extravagancia y, en se-
gundo lugar, dedicarse a cuidar, alimentar, vestir y dar refugio
a los pobres. En toda la Biblia y en la vida y ejemplo de Jesús,
Dios ayuda y se identifica con los pobres, los oprimidos y los
indefensos en la sociedad. De la misma manera, nosotros tam-
bién hemos sido llamados a identificarnos y a solidarizarnos
con los pobres y no simplemente a ofrecer caridad desde posicio-
nes de comodidad. Sostenemos que el ministerio de compasión
entre los pobres incluye actos de caridad, y a la vez, la lucha por
proveerles oportunidad, igualdad y justicia. Creemos, además,
que la responsabilidad cristiana hacia los pobres constituye un
aspecto esencial de la vida de todo creyente que procura tener
la fe que obra mediante el amor. Finalmente, comprendemos
que la santidad cristiana es inseparable del ministerio entre los pobres, ya que impulsa al creyente más allá de su propia
perfección individual, hacia la creación de una sociedad y de un
mundo más justos y equitativos. La santidad, lejos de separar
a los creyentes de las necesidades económicas desesperantes de
la gente en nuestro mundo, nos motiva a poner nuestros medios
en servicio para aliviar tales necesidades y ajustar nuestros de-
seos de acuerdo con las necesidades de los demás. (2013)

(Éxodo 23:11; Deuteronomio 15:7; Salmos 41:1; 82:3; Proverbios 19:17; 21:13; 22:9; Jeremías 22:16; Mateo 19:21; Lucas 12:33; Hechos 20:35; 2 Corintios 9:6; Gálatas 2:10)

918

Lenguaje inclusivo de género. La Iglesia del Nazareno afirma y promueve el uso de lenguaje inclusivo de género en referencia a las personas. Las publicaciones, incluyendo el Manual, y el lenguaje público deberán reflejar este compromiso con la igualdad de género tal como se expresa en el párrafo 501. Los cambios en el lenguaje no se aplicarán a ninguna cita bíblica o referencias a Dios. (2009)

919

La iglesia y la libertad humana. Preocupados porque nuestra gran herencia cristiana sea comprendida y salvaguardada, le recordamos a nuestra feligresía que tanto la libertad política como la religiosa descansan sobre los conceptos bíblicos de la dignidad del hombre como creación de Dios y lo sagrado de su conciencia individual. Instamos a nuestra feligresía a participar en la actividad política en apoyo de estos conceptos bíblicos y a estar vigilantes contra cualquier amenaza a nuestra libertad preciada.

Estas libertades están en peligro constante, por tanto instamos a que elijan para los oficios públicos, en todos los niveles gubernamentales, a personas que crean en estos principios y que sepan responder ante Dios y los que los eligieron al desempeñar sus puestos. Además, resistimos cualquier invasión de estos principios por grupos religiosos en busca de favores especiales. Nos solidarizamos con nuestros hermanos y hermanas a los cuales se las negado tal libertad ya sea por restricciones políticas o sociales.

Creemos que el papel de la iglesia debe ser profético y que debe recordar constantemente a las personas que “la justicia engrandece a la nación” (Proverbios 14:34). (2017)

920

Afirmación y declaración de las libertades humanas. Considerando que, como nazarenos, adoptamos el llamado divino de vivir en santidad, plenitud, y una vida de restauración donde todas las cosas y personas son reconciliadas con Dios. Como respuesta, el Espíritu Santo trae libertad al marginado, oprimido, quebrantado y dolido; y justicia para corregir las injusticias y para cesar la influencia egoísta causada por el pecado, hasta que todas las cosas sean restauradas en el reino de Dios.

En consistencia con nuestra herencia y carácter wesleyano de santidad, confrontamos el flagelo contemporáneo de la esclavitud moderna, trabajo ilegal o forzado y el tráfico de seres humanos y de cuerpos.

Y, en armonía con estas afirmaciones,

Decidimos que los miembros y las congregaciones de la Iglesia del Nazareno Internacional:

  1. Como pueblo de santidad en nuestra búsqueda de justicia reconocemos que somos llamados a arrepentirnos de nuestro pasado, enmendar nuestro presente y crear un futuro justo;
  2. Llamar a rendir cuentas a los que oprimen a otros;
  3. Nos involucraremos en el cuidado compasivo hacia aquellos que fueron atrapados en el trabajo ilegal o forzado, extracción de órganos y esclavitud sexual (junto con otros tipos de opresión emergentes que todavía no conocemos);
  4. Escucharemos activamente y amplificaremos el clamor de los oprimidos;
  5. Denunciaremos las injusticias y trabajaremos humildemente en contra de las causas injustas;
  6. Actuaremos en solidaridad con nuestros hermanos/hermanas en contra de lo que sea que los subyugue para avanzar hacia la libertad; y
  7. Acompañaremos a los vulnerables por medio de prácticas santas que rediman, restauren, sanen, y liberten (1 Juan 3:8).

Fundamentados sobre nuestra herencia cristiana wesleyana de santidad y por el llamado a la santidad:

  1. Afirmamos que la búsqueda de la justicia, reconciliación y libertad es una parte fundamental de la santidad de Dios reflejada en las personas. Nos comprometemos y comprometemos nuestros recursos eclesiásticos para trabajar en la abolición de todas las formas de esclavitud, tráfico y opresión y a participar en grupos intencionales, conversaciones y acciones que provean alternativas de ayuda.
  2. Afirmamos que las iglesias deben responder fielmente al impulso del amor santo de Dios a trabajar a favor del reino de Dios para hacerlo más visible. Somos llamados para ser testigos fieles en pensamiento, palabra y hecho, ante el Santo Dios quien escucha el clamor de los oprimidos, encarcelados, traficados y abusados por personas y sistemas económicos, políticos, egoístas y malvados. Dios nos llama a responder en humildad con compasión y justicia.
  3. Afirmamos que actuar de manera justa involucra el cuidado compasivo a favor de los que se encuentran en nuestro entorno inmediato y también tener la capacidad de llamar a las injusticias por nombre y denunciar los poderes que la causan. Actuar de manera justa y amar la misericordia han traído a menudo al pueblo de Dios en conflicto con los poderes que gobiernan y los principados de su época. La justicia de Dios nos llama más allá del tratamiento igualitario, tolerancia de las diferencias del uno hacia el otro, o simplemente revertir el papel del oprimido y del opresor. Con el ejemplo de Jesús, somos llamados a la justicia en donde estemos dispuestos a entregarnos a nosotros mismos por el bien de los demás.
  4. Afirmamos que la justicia cristiana requiere de un compromiso profundo de confesión, arrepentimiento, y perdón tanto personal como corporativo como pasos necesarios.
  5. Afirmamos que debemos abogar por prácticas justas y esperanzadoras en todas las áreas de la vida, que debemos reflejar la esperanza compasiva de Cristo y el amor por todas las personas. Nos identificamos con las condiciones que traen circunstancias deshumanizadoras. Hablaremos a favor de aquellos que no son escuchados, y acompañaremos al vulnerable al ofrecer prácticas que traigan redención, restauración, sanidad y libertad.
  6. Afirmamos que somos llamados a convertirnos en un pueblo que encarna una alternativa esperanzadora frente a la opresión e injusticia. Somos llamados a reflejar al Dios santo en vidas santas, trayendo justicia en motivo y práctica a las personas, circunstancias, sistemas y naciones. Aunque no acabemos con todo el sufrimiento, como el cuerpo de Cristo somos impulsados para traer la santidad de Dios de una manera que provea sanidad en la iniciativa de restaurar todas las cosas.
  7. Afirmamos que como una red colaboradora debemos pensar profundamente, trabajar integralmente y colaborar localmente y globalmente. Problemas complejos impulsan la esclavitud moderna; por tanto, deben emprenderse múltiples soluciones.

Estas brotarán del tejido de lo que somos en comunidad cristiana, y fluirá naturalmente en lo que hacemos.

Por tanto nos comprometemos a:

  1. Trabajar de forma conjunta y separada, como individuos e instituciones, en armonía con nuestra identidad wesleyana de santidad para servir con compasión y desafiar proféticamente a los sistemas opresivos;
  2. Apoyar, motivar, dotar de recursos y planificar e involucrarnos en una acción efectiva, sabia y sustentable;
  3. Trabajar como una comunidad de adoradores, con Cristo al centro, llenos del poder del Espíritu como un movimiento de esperanza;
  4. Pensar profundamente, orar con expectativa, y actuar con valentía.

Por esto es que vivimos y trabajamos hasta que el reino de Dios venga “en la tierra como en el cielo”. (2017)

921

El valor de la niñez y la juventud. La Biblia ordena a cada cristiano, “levanta la voz por aquellos que no pueden hablar por sí mismos, por los derechos de todos los desvalidos” (Proverbios 31:8). El Shemá (Deuteronomio 6:4–7; 11:19) nos amonesta a comunicar la gracia de Dios a nuestros hijos. Salmos 78:4 declara: “Vamos a decir a la próxima generación de las hazañas loables del Señor, su poder, y las maravillas que ha hecho”. En Lucas 18:16 Jesús afirma: “Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos”. La Iglesia del Nazareno responde a esta instrucción bíblica y reconoce que los niños son importantes y prioritarios en el reino de Dios. Creemos que Dios nos dirige a cuidar a todos los niños, amarlos, protegerlos, apoyarlos, guiarlos y a interceder por ellos. El plan de Dios es que guiemos a los niños a la salvación y al crecimiento en la gracia. La salvación, la santidad, y el discipulado son imperativos y posibles en la vida de los niños. Reconocemos que los niños no son un medio para un fin, sino participantes con pleno derecho en el Cuerpo de Cristo. Los niños son discípulos en formación, no en espera.

Por lo tanto es una prioridad desarrollar un ministerio integral y de transformación para los niños y sus familias en todas las iglesias locales, al:

  • Proveer ministerios eficaces que ayuden al niño integralmente: física, mental, emocional, social y espiritualmente;
  • Articular posturas cristianas sobre asuntos actuales acerca de la justicia social referente a los niños;
  • Guiar a los niños al propósito central de la misión y al ministerio de la comunidad de fe;
  • Discipular a los niños y capacitarlos para que, a su vez, ellos discipulen a otros;
  • Equipar a los padres para nutrir la formación espiritual de sus hijos.

Puesto que las instituciones educativas de la iglesia (escuelas bíblicas, universidades y seminarios) forman estudiantes para el liderazgo, éstas desempeñan una función crucial en cumplir la visión y la misión de comunicar el valor de los niños. Éstas se asocian con las iglesias locales y sus familias para compartir la responsabilidad de preparar ministros y laicos que formen la próxima generación de niños y jóvenes bíblica y teológicamente capacitados y así enfrentar los desafíos de la evangelización, el discipulado y la transformación de la sociedad. La Iglesia del Nazareno prevé una comunidad de fe multigeneracional donde niños y jóvenes son amados, valorados y ministrados. A través de una amplia variedad de recursos y métodos se unen a la familia de la iglesia, donde niños y jóvenes reciben la oportunidad de ministrar a los demás según su edad, desarrollo, habilidades y dones espirituales. (2009)

922

La guerra y el servicio militar. La Iglesia del Nazareno cree que la condición ideal del mundo es la paz y que es obligación total de la iglesia cristiana usar su influencia para buscar los medios que hagan posible que las naciones vivan en paz, y dedicar todas sus agencias a la propagación del mensaje de paz. Sin embargo, comprendemos que vivimos en un mundo en el que las filosofías y fuerzas del mal se enfrentan en conflicto activo contra estos ideales cristianos y que pudieran resultar emergencias internacionales que requieran que la nación recurra a la guerra en defensa de sus ideales, su libertad y su supervivencia. Aun cuando estamos dedicados a la causa de la paz, la Iglesia del Nazareno reconoce que el cristiano debe su lealtad suprema a Dios y, por tanto, no intenta comprometer la conciencia de sus feligreses en lo relacionado con la participación en el servicio militar en caso de guerra, aunque sí cree que el individuo cristiano, como ciudadano, está obligado a servir a su nación en toda forma compatible con la fe cristiana y con el estilo de vida cristiana. Reconocemos también que como resultado de la enseñanza cristiana y el deseo cristiano de que haya paz en la tierra, hay personas en nuestra feligresía que tienen objeción de conciencia respecto a ciertas formas de servicio militar. Por tanto, la Iglesia del Nazareno reclama para los objetores de conciencia dentro de su feligresía las mismas exenciones y consideraciones respecto al servicio militar que se conceden a miembros de reconocidas organizaciones religiosas que no combaten. La Iglesia del Nazareno, por conducto de su secretario general, arreglará una lista en la que todos aquellos que provean evidencia de membresía en la Iglesia del Nazareno puedan registrar sus convicciones como objetores de conciencia. (2017)

923

La creación. La Iglesia del Nazareno cree en el relato bíblico de la creación: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Estamos abiertos a explicaciones científicas sobre la naturaleza de la creación mientras que nos oponemos a cualquier interpretación del origen del universo y de la humanidad que rechace a Dios como el Creador (Hebreos 11:3). (1, 5.1, 7) (2017)