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El valor de la niñez y la juventud. La Biblia ordena a cada cristiano, “levanta la voz por aquellos que no pueden hablar por sí mismos, por los derechos de todos los desvalidos” (Proverbios 31:8). El Shemá (Deuteronomio 6:4–7; 11:19) nos amonesta a comunicar la gracia de Dios a nuestros hijos. Salmos 78:4 declara: “Vamos a decir a la próxima generación de las hazañas loables del Señor, su poder, y las maravillas que ha hecho”. En Lucas 18:16 Jesús afirma: “Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos”. La Iglesia del Nazareno responde a esta instrucción bíblica y reconoce que los niños son importantes y prioritarios en el reino de Dios. Creemos que Dios nos dirige a cuidar a todos los niños, amarlos, protegerlos, apoyarlos, guiarlos y a interceder por ellos. El plan de Dios es que guiemos a los niños a la salvación y al crecimiento en la gracia. La salvación, la santidad, y el discipulado son imperativos y posibles en la vida de los niños. Reconocemos que los niños no son un medio para un fin, sino participantes con pleno derecho en el Cuerpo de Cristo. Los niños son discípulos en formación, no en espera.

Por lo tanto es una prioridad desarrollar un ministerio integral y de transformación para los niños y sus familias en todas las iglesias locales, al:

  • Proveer ministerios eficaces que ayuden al niño integralmente: física, mental, emocional, social y espiritualmente;
  • Articular posturas cristianas sobre asuntos actuales acerca de la justicia social referente a los niños;
  • Guiar a los niños al propósito central de la misión y al ministerio de la comunidad de fe;
  • Discipular a los niños y capacitarlos para que, a su vez, ellos discipulen a otros;
  • Equipar a los padres para nutrir la formación espiritual de sus hijos.

Puesto que las instituciones educativas de la iglesia (escuelas bíblicas, universidades y seminarios) forman estudiantes para el liderazgo, éstas desempeñan una función crucial en cumplir la visión y la misión de comunicar el valor de los niños. Éstas se asocian con las iglesias locales y sus familias para compartir la responsabilidad de preparar ministros y laicos que formen la próxima generación de niños y jóvenes bíblica y teológicamente capacitados y así enfrentar los desafíos de la evangelización, el discipulado y la transformación de la sociedad. La Iglesia del Nazareno prevé una comunidad de fe multigeneracional donde niños y jóvenes son amados, valorados y ministrados. A través de una amplia variedad de recursos y métodos se unen a la familia de la iglesia, donde niños y jóvenes reciben la oportunidad de ministrar a los demás según su edad, desarrollo, habilidades y dones espirituales. (2009)